Mandar obedeciendo
copiado de la publicación original en El blog de Toni Morillas
Cuando el viernes tuve la oportunidad
de participar en el III Encuentro malagueño para la elaboración de
la ley andaluza de participación ciudadana, organizado por la
dirección general de Derechos de Ciudadanía, Participación y
Voluntariado de la Junta de Andalucía, reconozco que me emocioné. Y
que como hecho inusual,hasta me resbaló alguna lagrimilla. Volver a
encontrar a gentes con las que tanta intensidad compartí, en
discusiones,idas y venidas, en definitiva, en el tajo, cuando
andábamos experimentando, investigando, alentando procesos locales
de participación popular al calor de la Oficina de Presupuestos
Participativos de la Diputación provincial,cuando en su gobierno
participaba Izquierda Unida. Todo aquel proceso,volvió a pasar por
el corazón, se hizo presente y se hizo presente de la mejor manera,
poniendo de manifiesto los hilos conductores, en un escenario
político y social diferente a todas luces, de procesos planteados
con el mismo propósito:democratizar la vida.
Armar aquella arquitectura fue fruto de
muchas horas de trabajo de muchas gentes, de tejer poquito a poco
redes de trabajo, de grandes dosis de cariño y de la convicción de
una organización política, Izquierda Unida, que tenía, como hoy
tiene, bien claro, que para transformar este sistema que desprecia a
la gente,su sabiduría colectiva y su soberanía, la clave
estratégica pasa por construir una arquitectura de poder popular que
desborde al poder instituido y transgreda sus lógicas,haciendo uso
de todas sus fisuras y requiebros,apropiándose de sus herramientas
para parir otras nuevas,democráticas y sostenibles. Desde esa
convicción y determinación política fue posible pergeñar una red
de instituciones locales que a ratos con incertidumbres, a ratos con
miedos y resistencias, pero con tremenda valentía,marcaron en su
agenda política la necesidad de construir nuevos marcos de relación
entre representantes y representados,nuevos espacios para la
construcción de opinión, de propuestas colectivas y lo más
relevante, espacios nuevos de toma de decisiones sobre lo común,
sobre aquello que hoy como ayer, se haya secuestrado por instancias
antidemocráticas que marcan los designios de nuestras vidas.
Ese fue el motor que hizo converger
multiplicidad de redes, asociativas, universitarias, cooperativistas,
iniciativas sociales, redes ciudadanas,minúsculas la mayoría de
ellas, atomizadas, que fueron encontrándose, convergiendo,no sin
tiras y aflojas, y encontrando en los procesos locales de
presupuestos participativos un instrumento para la repolitización,
para la recuperación de la política en su sentido etimológico.
Quizá hoy, con la perspectiva de todo lo acontecido después, pueda
parecernos insignificante, pero es interesante vislumbrar los vasos
comunicantes entre unos y otros procesos y sabernos parte de un
acumulado histórico, de una historia que no comenzó ayer.
Archidona, Alameda, Teba, Humilladero,
El Burgo, Casabermeja, Sayalonga, Ardales, Pizarra, Campillos, Cuevas
de San Marcos, Benalauría, Benarrabá y tantos otros municipios, la
red de presupuestos participativos, que se sumaron a aquello de “Algo
se mueve en Málaga” , que más que un lema, fue un motivo común,
con una pregunta cargada de incertidumbres, que iban salteándose al
caminar, sabedores de que cualquier resultado esperado era eclipsado
y abrumado por las derivas y saltos del proceso en sí. Con la mirada
humilde y ojiplática puesta en los movimientos populares de
Latinoamérica, las experiencias de los foros sociales mundiales, el
movimiento de los sin tierra de Brasil, Porto Alegre como brújula,
las experiencias de Uruguay y Argentina, las misiones y consejos
comunales en la República Bolivariana de Venezuela, los procesos de
concientización de Paulo Freire, los aprendizajes con Marco
Marcioni...La mirada puesta en aquellos procesos donde han confluido
y superado a sí mismos, movimientos populares y organizaciones
políticas de la izquierda transformadora,donde unos y otros han sido
capaces de marcar no solo las prioridades, sino otras maneras de
hacer, con la capacidad de aquellos de “mandar” a los
representantes, y el compromiso de algunos de estos de “mandar
obedeciendo”.Desde una dialéctica compleja, contradictoria, pero
apasionante.
Recuerdo cuando en los innumerables
encuentros y talleres de evaluación,abundábamos en el quejido: “la
gente no quiere, no demanda más democracia”, “la gente no está
esperando en su casa la invitación a participar del común”;
“¿cómo hacemos para que los sectores sociales excluidos se
apropien de los procesos y condicionen las prioridades?”, “hay
que desbordar el proceso,hay que conseguir que el presupuesto
participativo dé lugar a nuevas potencias y espacios ciudadanos
autoorganizados”...Teníamos prisa.
En 2011 se produjeron cambios
sustanciales en direcciones antagónicas. Surgió con una fuerza
imprevisible el 15M,la resignificación de las plazas y del concepto
mismo de ciudadanía. Una nueva generación saltó a la plaza pública
y puso en la primera línea del debate político la existencia de una
democracia descafeinada que no atendía, ni atiende, a los intereses
ni las voluntades de la mayoría social. Una democracia que carece de
instrumentos efectivos que hagan prevalecer los intereses de las
mayorías expulsadas del sistema por encima del interés de
acumulación de una minoría que constituye la oligarquía económica
y ejerce el poder más despiadado. Ahora sí, “la gente demanda
Democracia para sí”. A los pocos días vino el 22M, unas
elecciones municipales que encumbraron al PP otorgándole
representación absolutísima, y que provocó que IU saliera del
gobierno de la Diputación provincial, dando al traste con todas y
cada una de las iniciativas puestas en marcha. Contradictorio,sí.
Ahora, la repolitización de amplios
sectores sociales, la organización en movimientos de algunos de
ellos y su presencia pública, así como la presencia de IU en el
gobierno andaluz, nos ofrece una oportunidad que no podemos
desperdiciar. El proceso de elaboración de la ley andaluza de
participación es una oportunidad,una oportunidad más, no solo para
construir un instrumento que pretende generar derechos políticos que
atiendan precisamente a esa necesidad de que la democracia sea real,
participativa y protagónica. Si no también, una oportunidad en un
triple sentido trascendente:
> El proceso propiamente abre
espacios de discusión y elaboración, a los que estamos poco
habituados, entre representantes políticos con capacidad real de
tomar decisiones, ciudadanos sin organizar ,tejido asociativo con
trayectorias múltiples y disociadas y movimientos de nuevo tipo
surgidos al calor del 15M. Más allá del resultado legislativo, la
oportunidad de construir un nuevo marco político en Andalucía, en
el que los representantes políticos “manden obedeciendo” y la
ciudadanía esté dispuesta en trinchera a asumir su papel, su
responsabilidad como sujeto histórico.
> La oportunidad de una vez aprobada
la ley, construir una arquitectura nueva de poder
popular,flexible,abierta,transparente, diversa y plural, que propicie
procesos universales de toma de decisiones que vinculen la acción
política del gobierno andaluz. Levantar un Faro en Andalucía, que
siendo conscientes de sus limitaciones estructurales, pueda abrir en
la sociedad debates fundamentales para articular una alternativa de
poder a nivel estatal: acumular fuerzas para ganar hegemonía e
impulsar un proceso constituyente que aborde con claridad la
planificación democrática de la economía y del acceso a los medios
de producción. Un proceso constituyente que nos provea de
instrumentos para defender el interés de las clases populares.
> La oportunidad de avanzar, en el
sentido apuntado por procesos revolucionarios como el de Venezuela,
en la construcción de espacios unitarios de convergencia entre
movimientos populares, sindicales e IU que construyan un programa de
mínimos común y que, con la mirada limpia y el reconocimiento
mutuo, sean capaces de dibujar una estrategia compartida para trazar
una alternativa de poder, que es urgente.